05
MAY
2020

Santo Domingo Savio, patrono de los monaguillos.

Santo Domingo Savio, patrono de los monaguillos.


Santo Domingo Savio nació cerca de Turín el 1842. Sus padres, Carlos y Brígida, eran fieles cristianos, que procuraron buena educación para sus hijos. Era costumbre comulgar más tarde, pero Domingo fue admitido a los siete años dada su buena preparación. Entre los propósitos de aquel día figuran: "Mis amigos, Jesús y María. Antes morir que pecar". Y los cumplió.

A los doce años su padre se lo presentó a Don Bosco. - ¿Para qué puede servir esta tela?, preguntó Savio. - Para hacer un buen traje y regalárselo a Nuestro Señor. - Entendido. Pues yo soy la tela y usted el sastre: hagamos ese traje. Y de este modo entró Domingo en el colegio de Don Bosco, llamado "el Oratorio".

Oyó un día decir a Don Bosco: "Es voluntad de Dios que todos seamos santos. Es fácil hacerse santos, pues nunca falta la ayuda de Dios. Hay grandes premios para quien se". Y Domingo decidió hacerse santo. Don Bosco, su confesor y director, le enseñó que para ser santo no hacen falta grandes penitencias, sino cumplir la voluntad de Dios y servirle con alegría. Para ello es necesario sobrellevar con paciencia las molestias del prójimo, convertir en virtud lo que es necesidad, cumplir alegremente el propio deber y trabajar con ilusión por la salvación de las almas.

Domingo tenía su genio y sus arrebatos, pero aprendió a dominarlos. También pasó por la crisis de la edad. Don Bosco le repetía: "Constante alegría. Cumplimiento de los deberes sin desfallecer. Empeño en la piedad y el estudio. Participar en los recreos, que también pueden santificarse". Y tanto se esforzó éste pequeño apóstol que, según Don Bosco "Savio llevaba más almas al confesonario con sus recreos que los predicadores con sermones".

Era muy amante del canto. Tenía una voz hermosísima. El Papa Pío XII lo nombró patrono y modelo de los Pueri Cantores del mundo entero. Purificaba la intención: cantaba sólo para agradar a Dios. En la clase siempre estaba entre los primeros. También en esto quería dar ejemplo. Sabía que cada minuto de tiempo es un tesoro. Sabía que el tiempo es cielo.

Se desvivía por sus compañeros. Les aconsejaba, les corregía, les consolaba, les reconciliaba, como a dos que se habían desafiado "a muerte". Les socorría. A uno le dio sus guantes, aunque él tenía sabañones. No tenía respetos humanos. Era valiente en la profesión de la fe. No toleraba palabras malsonantes y menos blasfemias. Una vez sus compañeros tenían en sus manos una revista sucia. Se la arrebató y la rompió en mil pedazos.

Practicó una devoción tierna y profunda a la Virgen. A ella entregó su corazón. Vibró con emoción cuando en 1854 Pío IX definió el dogma de la Inmaculada Concepción. Su amor a Jesús Sacramentado era extraordinario. Apenas despertaba, su corazón volaba al sagrario. Le gustaba ayudar a Misa. Parecía un serafín cuando la ayudaba. Hacía frecuentes visitas "al Prisionero del altar". Otro de sus grandes amores era el amor al Papa. El Señor le premió estos amores con gracias y carismas muy especiales.

De repente se presentó una misteriosa enfermedad. Las causas pudieron ser el rápido crecimiento, el esfuerzo en el estudio -pues deseaba ser un santo y sabio sacerdote- y la tensión espiritual, en su afán por la salvación de las almas -otro de los amores de Don Bosco- especialmente en misiones.

Cuando se acercaba la muerte, abrió los ojos y dijo: "¡Qué cosas tan hermosas estoy viendo! ¡La Santísima Virgen viene a llevarme!". Dicho esto, serenamente expiró. Eran las diez de la noche de aquel 9 de marzo de 1857.

Fue sepultado el día 11 en el cementerio, tras el funeral al que acudió todo el pueblo. Su tumba siempre muy bien cuidada. Cambio hasta cuatro veces de lugar, la cuarta vez los restos fueron trasladados al interior de la capilla del cementerio donde se le preparo, al lado izquierdo del altar, un elegante sarcófago de mármol. Ahí estuvieron con gran veneración de los fieles, hasta que fueron inhumados en Turín en el año 1914. El padre de Domingo comunicó en una carta el fallecimiento de este a Don Bosco; los compañeros se sumieron en una gran consternación.

Aproximadamente un mes después de la muerte de Domingo, su padre tuvo el grandísimo consuelo de ver aparecer mientras se encontraba en la cama sin poder conciliar el sueño a su querido hijo. Le pareció que la pared del techo se abría y en un gran resplandor aparecía Domingo, el padre le pregunto si ya estaba en el cielo y que rogara por él, su madre y todos sus hermanos. A todo respondió que “sí” Domingo, para desaparecer tal como vino.

Veinte años después de la muerte de Domingo, Don Bosco tuvo un sueño en el cual se le apareció el joven todo de blanco y con una faja roja en la cintura. Venia al frente de una multitud de jóvenes, Don Bosco le pregunto por qué iba vestido todo de blanco; no contesto él, sino un coro de voces que le dijeron: “Estos son los que ciñeron sus lomos con la mortificación y lavaron sus vestidos con la sangre del cordero”. Al preguntarle por el significado de la faja roja, también contestaron el coro de voces: “Son los que conservaron la pureza y siguen al cordero donde quiera que vaya”. Don Bosco comprendió que aquella faja roja significa los grandes sacrificios y esfuerzos que tuvo que hacer Domingo para mantenerse casto.

El 9 de julio de 1933 el Papa Pío XI declara Venerable a Domingo Savio, pronunciando las palabras que encabezan el articulo. El 5 de marzo de 1950 el Papa Pío XII lo declara Beato pues la comisión de teólogos y médicos había reconocido dos milagros por la intercesión del joven. Un milagro fue a favor del niño de siete años Sabatino Albano, que se encontraba en agonía, víctima de una grave enfermedad de septicemia y nefritis. El otro milagro fue a favor de una joven natural de Barcelona; María Consuelo Moragas, de dieciséis años; fue curada al instante de una doble fractura de codo. El 12 de junio de 1954 el mismo Papa Pío XII que lo beatifico cuatro años antes, lo canoniza en la plaza de San Pedro ante una gran multitud de jóvenes. Dos años después, el 8 de junio de 1956 es proclamado Patrón de los “Pueri cantores”.

 

Fotos:

1- Nuestros monaguillos el 1 de mayo de 2019 en el Seminario de Orihuela.

2- Imagen de Santo Domingo Savio en Turín (Italia).

3 - Imagen de un nutrido grupo de monaguillos de toda la Diócesis de Orihuela-Alicante en la fachada de nuestro Seminario.

 

 


Santo Domingo Savio, patrono de los monaguillos.Santo Domingo Savio, patrono de los monaguillos.

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